Tanto los celos como el amor no correspondido, en forma de indiferencia o traición, conducen inevitablemente a las reacciones más extremas, las iracundias más descontroladas y las manifestaciones más violentas del odio. Partiendo de narraciones mitológicas y textos literarios firmados, entre otros, por Ariosto y Tasso, compositores como Lully, Charpentier, Rameau y Clérambault pusieron música a las emociones más apasionadas, los afectos más enfermizos y las pasiones más insanas: Orlando furioso, abandonado por Angélica, y ejemplo paradigmático de la ira, el repugnante sadismo infanticida de la hechicera Medea, el feroz duelo entre Júpiter y Neptuno compitiendo por el amor de la ninfa Tetis o la sed vengativa de la maga Armida contra el caballero Rinaldo se expresan con una elocuencia sutil y vehemente, al más puro estilo francés.
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