Canto
Sara Hamidi
Kamanch eh (viola oriental), oud (laúd oriental)
Pouya Khoshravesh
Ney (flauta oriental)
Mani Khoshravesh
Lyra viole, quinton d’amour
Philippe Foulon
Violoncello
Lucile Fauquet
Tiorba
Mauricio Buraglia
Daf y otras percusiones orientales
Youssef Hbeish
El Lachrimæ Consort fue creado en 1994 por Philippe Foulon para la grabación de varias películas de los cineastas francés y americano Bertrand Tavernier y Jim Mc Bride con instrumentos antiguos (La Fille de d’Artagnan, La Tabla de Flandres…). Está formado por músicos solistas que comparten la misma sensibilidad para interpretar repertorios de música europea de los siglos XVI, XVII y XVIII.
El Lachrimæ Consort desarrolla una actividad artística muy importante y es invitado por grandes festivales internacionales en Europa. (Festival de música antigua de Amsterdam, Saint Cecilia de Londres, Magnano en Italia, Festival de Camino de Santiago Huesca, Andrés Segovia Madrid, Conde Duque, Ambronay, Sablé, Paris, Dublin, Bruxelles, Moscú, San Petersburgo, Amserdamse Cello Biennale 2008, Festival Internacional de Granada 2009, Santander 2009, Festival Iternational de St. Jacques de Compostèle 2009, Festival Internacional de la Chaise-Dieu 2011, Festival Baroque de Pontoise 2011…) y con figuras del barroco invitados como Wieland Kuijken, James Bowman, Stephen Preston, Charles Brett…
Pionero en la recuperación de instrumentos desaparecidos del Barroco. En 2001 recupera la viola D’Orphée, descrita por Michel Correte en un método de Viola de Orfeo, alto y contrabajo. Su Ensemble Lachrimae Consort obtiene por ello el Premio de Patrimonio 2001. Gracias a un equipo formado por lutieres y el musicólogo Jean-Charles Léon.
Descubre en manuscritos de Vivaldi la existencia de otros instrumentos desaparecidos llamados “alla’inglese”, violas provistas de cuerdas simpáticas. Se arriesga a hacer reconstruir un violoncello del siglo XVIII para el que compuso Vivaldi. Este violoncello se estrena en 2003, patrocinado por el Ministerio de Cultura y Comunicación Francés. Hace su debut como solista en el Festival Internacional de Bruxellas de 1983. Obtiene el primer premio del Conservatorio Royal de Bruxelles junto a Wieland Kuijken, con quien se prodiga regularmente en conciertos de dúo de violas (París, Londres, Barcelona, etc.). Toca como solista en los mas importantes festivales franceses y europeos. Cofundador del Ensemble Barroco de Linoges, con Jean-Michael Hasler, y de Musiciens du Loubre con Marc Minkovski.
Nacida en Isfahan. Comienza el estudio de Canto Radif (el repertorio de la música iraní clásica) con Maedeh Tabatabaei, uno de los alumnos de R. Shajarian, el gran maestro de canto de Irán.
Conocida por su gran talento y el tono de su voz, se unió rápidamente a grupos de música como Choir of Isfahan. Pero dadas las condiciones políticas y religiosas que prohíben la voz femenina como solista, Sara Hamidi, como cualquier otro cantante en el país, no podía cantar fuera de un coro o dúo vocal. Dejó Irán en 2012 para establecerse en Francia, donde puede desarrollar su arte colaborando con diferentes conjuntos y cantando libremente. Desde su llegada, ha participado en conciertos privados o públicos en París, entre los que se encuentra el Arab World Institute, en la Embajada de Afganistán (concierto con motivo del Día Mundial de la Mujer). Además de su actividad en torno a la música iraní, se matriculó en el Conservatorio Nacional de Saint-Maur para estudiar canto y ópera clásica occidental.
Obra tradicional de Mazandaran
Banoo
Morteza Neydawood
Atash-é Del
Anónimo
(Fin del siglo XV)
Propiñan del melyor
Anónimo
(Siglo XVI)
Ay Luna que reluces
Hessam ol Saltanéh
Bad-é Saba
Tratado de Glosas
(Siglo XVI)
La Spagna de Diego Ortiz
Darvish Kahn
Pishdaramad Isphahan
Ali Akbar Sheyda
Bote chin ay mah man
Anónimo español
(España, siglo XVI)
Din di rin
Biaggio Marini
(Italia, siglo XVII)
Passacalio
Claudio Monteverdi
(Italia, siglo XVII)
Lamento d’Ariana
Juan Arañés
(España, siglo XVI)
Chacona (Extractos)
Ali Akbar Sheyda
Bote Chin
Duración aproximada: 1 hora y 10 minutos.
Como oyentes y amantes de la música podemos asistir con asiduidad a conciertos con programas diversos en cuanto a épocas, estilos y compositores, encontrando diferencias que nos pueden sorprender en mayor o menor intensidad dependiendo de nuestra experiencia como público. No es lo mismo escuchar un repertorio de polifonía a capella renacentista, unos Responsorios de Tinieblas de Tomás Luis de Victoria, por ejemplo, que un concierto sinfónico de Gustav Mahler. Las impresiones auditivas que vamos a recibir en uno y en otro son distintas, no cabe duda. Con el polifonista español nos dejaremos envolver por las voces austeras alejadas de todo artificio excesivo, alcanzando tal vez una paz interior que llegue a sobrecogernos, y con el despliegue de recursos tímbricos y dinámicos del compositor alemán quedaremos quizá impresionados y anonadados (versión subjetiva ésta que acabo de describir acerca de lo que podemos llegar a sentir; cada uno tendrá su propia vivencia). Pero en todo caso todo estará dentro de unos esquemas que asumimos sin darnos cuenta como propios, y los choques con nuestro intelecto no serían, en el caso hipotético de escucharlos uno después de otro en la misma sesión de concierto, sino pequeños toques. Al fin y al cabo Victoria y Mahler, alejados en el tiempo por tres siglos (Victoria muere en 1611, Mahler en 1911), pertenecen a una misma tradición cultural y musical, la occidental, y la manera de componer de uno y de otro no es sino el resultado de la evolución paulatina de un mismo lenguaje. Sería algo así como poner uno junto a otro el español que se hablaba en el XVI con el que se hablaba a comienzos del XX. Hoy cualquiera de los dos nos sonaría anticuado, pero lo reconoceríamos como nuestro. En música no hay una verdadera ruptura hasta la atonalidad de Schönberg de sus piezas Op. 11 para piano aparecidas en 1909. Y aun así no deja de ser un ruptura a partir de lo existente. Ruptura radical, sí, pero ruptura que supone una continuidad al fin y al cabo.
En algunas ocasiones se nos presenta la oportunidad de escuchar mezclas curiosas. Una vez asistí a dos conciertos del grupo inglés The Sixteen (al que hemos tenido en esta Semana de Estella) que tuvieron lugar uno tras otro dentro de un festival que se celebra en una pequeña iglesia londinense. El primero consistió en una selección de madrigales de Monteverdi a capella, sin instrumentos. El segundo en una curiosa mezcla de estos mismos madrigales en versión jazzística, con un acompañamiento de piano y contrabajo. No sabría ahora, en unas pocas líneas, describir qué me provocó ese concierto que sigue grabado en mi memoria aun después de años. Sí puedo decir, a renglón de lo que trato de expresar aquí, que fue una experiencia totalmente novedosa. Más acostumbrados estamos a escuchar versiones de clásicos en música comercial (gregoriano y pop no es un mix que no se haya hecho). En todo caso, y a mi entender salvando las distancias, ni uno ni otro dejan de ser mezclas de mundos que, culturalmente hablando, nos son familiares.
Con el concierto que esta tarde nos presentan esta agrupación, Le Concert Persan & Lachrimae Consort Paris, se nos ofrece la oportunidad, no muy usual por otra parte en las programaciones, de ir más allá y vivir una experiencia fuera de los esquemas a los que estamos acostumbrados. Se trata de dos músicas pertenecientes a dos culturas diferentes, en las que, simplificando un poco el razonamiento, solo hay en común el hecho de que utilizan el mismo material básico, el sonido con sus cualidades de altura, duración, intensidad y timbre. Volviendo al símil de la lengua hablada, sería como enfrentarnos a un discurso en el que se mezclasen dos lenguas provenientes de dos raíces lingüísticas lejanas, una occidental y la otra oriental. Entenderíamos que ambas manejan fonemas pero percibiríamos una conexión con la occidental (aunque fuese un idioma que no supiésemos) y una desconexión con la oriental. Si yo escucho hablar a un francés, aunque no sepa su lengua, voy a percibir una manera familiar de articular las palabras, las frases... si escucho a un iraní la sensación será, aunque igualmente no entienda nada, que habla “otro lenguaje”.
Con la música tenemos una gran ventaja, por algo se dice que se trata del lenguaje más universal. Podemos tener la sensación de que efectivamente es otro el lenguaje que se utiliza por estar alejado del que estamos acostumbrados, pero eso no nos impide llegar a poder percibir que hay una comunicación. La música es sonido, y a diferencia del lenguaje hablado, el sonido no tiene una relación única y directa con un único significado, el sonido se lanza, quizá con una pretensión por parte del compositor y del intérprete, pero tiene la facultad de llegar al oyente y convertirse en una experiencia significativa propia y única. Solo es cuestión de dejarse llevar.
El concierto se plantea, según entiendo el programa, a partir de dos combinaciones. Por una parte, dos bloques de compositores, los occidentales Diego Ortiz (1510-1570), Claudio Monteverdi (1567-1643), Biaggio Marini (1594- 1663), Juan Arañes (fallecido hacia 1649) y algún otro anónimo de los siglos XV y XVI, compositores dedicados a explorar las posibilidades del lenguaje musical de su época (algunos como Monteverdi evolucionando a nuevos mundos sonoros), y los músicos persas- iraníes Ali Akbar Sheyda (1843-1906), Darvish Kahn (1872-1926), Morteza Neydawood (1900-1990) y Hessam ol Saltaneh, músicos que destacan por su tratamiento del lenguaje de la música tradicional de su propia cultura. Por otra parte, dos tipos de instrumentos, los característicos de la música occidental de los siglos de esos compositores, la Lyra, la Viole Quinton d’amour, el Violoncello y la Tiorba, y los propios de la música de los persas en su época, el Kamancheh, la Ney y el Oud, que serían versiones orientales del violón flauta y laúd (¿o los instrumentos occidentales son versiones de los orientales?), e instrumentos de percusión como el Daf. De los occidentales tan solo el violoncello sobrevivirá a esas generaciones de músicos (más bien hablaríamos de viola da braccio y de violón como instrumentos de aquella época). Para los siglos en los que vivieron los compositores persas que nos ocupan esta tarde, XIX y XX, eran los occidentales instrumentos ya antiguos y en desuso. Sin embargo sus “versiones” orientales sí se seguían utilizando.
La música que nos disponemos a escuchar es por tanto una combinación de trasfondos culturales diferentes, de generaciones de maestros separados en el tiempo y de instrumentos que se vuelven a reencontrar. Me van a permitir que poco más diga de este programa, pues confieso un desconocimiento de lo que me voy a encontrar. Para mí es tan sorprendente como para ustedes. Aunque nuestra formación musical pueda ser amplia, es en este tipo de conciertos en los que uno se da cuenta de que esa formación de años no deja de ser una gota en el océano de músicas del mundo. Dejémonos llevar por ella. Al fin y al cabo, como hemos dicho, partimos de la ventaja de que es un lenguaje universal. En este mundo en el que hay tantas cosas que aparentemente nos separan, encontrar estos nexos de unión puede ser una lección de convivencia que nos ayude a alcanzar la tan deseada paz.
Manuel Horno
Musicólogo